Como muchas otras cosas, descubrí Acne a través de las redes sociales, y más que su ropa, lo que me flipó fue su gráfica.
Me llamó muchísimo la atención que una marca de ropa produjera tantísimas piezas distintas de packaging o etiquetado, y encima como a mi me gusta, en monocromo y minimalista, pero eso sí jugando con materiales, telas y papeles de primera. Así que me puse a investigar y lo entendí así; Todo empieza en Estocolmo (cómo no!) en 1996 con el “colectivo creativo ACNE” dedicado al diseño gráfico, el cine, la producción y la publicidad, que hoy ha derivado en agencia de publicidad.
ACNE significa “Ambition to Create Novel Expressions” o lo que es lo mismo “ambición de crear expresiones novedosas”.
En 1997, el cofundador de ACNE, Jonny Johansson produce un centenar de pares de pantalones de baja calidad con costuras rojas que regalaba a amigos y familiares. Entonces Wallpaper y Vogue Paris se fijaron en ellos y… voilà! se creó “Acne Studios” que se independiza del colectivo creativo, y lanza su propia web. Desde entonces, ha crecido hasta convertirse en un referente mundial de la moda con tiendas repartidas por el mundo, incluyendo París, Londres, Nueva York, Los Ángeles y Tokio. Ofrece colecciones para hombre y mujer que muestra en la Semana de la Moda de París dos veces al año y en 2013 llegó a estar valorada en más de 120 millones de dólares. Casi ná.
Visto lo visto, es obvio que hay una buena base gráfica detrás de Acne Studios.
Su packaging de gafas, camisas o vaqueros es genial.
Las invitaciones a sus desfiles de 10.
Incluso sus newsletters son limpias y bonitas!
Y sus tiendas… ¿seguro que no tenían departamento de arquitectura e interiorismo?
¿Seguro?
Hasta los rótulos son perfectos!
“Imperfectamente perfectos”